Este texto habla de mis sentimientos y mi ser que aún no es libre.
Maldita justicia en Chile, somos una carpeta más.
Este texto habla de mis sentimientos y mi ser que aún no es libre.
Maldita justicia en Chile, somos una carpeta más.
Para los demás puedes parecer una persona fuerte, pero sólo es en el alma imperceptible a los ojos dónde
Muchas veces la respuesta a mi cantidad de pelos era que mi mamá había comido mucho queso y huevos durante su embarazo. Me ponían apodos y siempre hacían comentarios de mis vellos, pero ahí estaba yo en silencio.
De pequeña sufrí abuso sexual por parte de mí padre, por lo que mi personalidad con los años se fue forjando a alguien tímida y callada. Nunca pude sentir amor por mi cuerpo, siempre quería cambiar algo, desde que tengo memoria.
Mis papás jamás me llevaron al médico por mis vellos, y a medida que iba creciendo cada vez tomaba más importancia este “problema” en mi vida. A los 10 años comencé a afeitarme la cara, es torso, los pechos y los brazos.
A mi corta edad y sin nadie que me guiara decidí que la mejor opción para ocultar mis vellos era cortarlos con la máquina de afeitar.
Recuerdo llegar en una primavera de 5º básico a mi sala de clases y que Fernanda, que siempre hacía bullying a todos los compañeros, me preguntó si me había depilado el bozo a lo que le respondí que sí, y desde ese momento ella no paro de molestarme y decirme “bigotona”, sembrando el sobrenombre por todo el curso.
Mi cuerpo y alma habían resistido a tantas palabras duras, caricias no deseadas, miradas fijas a mi rostro, a mi cuerpo, que ya no quería seguir siendo yo misma, – ser otra persona para descansar sólo un momento – en mi mente siempre pensaba.
Mi 7º básico y 8º recuerdo era un poco más tranquilos, quizás porque me acostumbré a la idea de ser molestada y que al pasar mis compañeros susurraran sobre mí. En ese momento mi mayor problema no eran los vellos por todo mi cuerpo, en ese momento el problema era mi peso y que me molestaban muchísimo por ser gorda.
De todas maneras, seguí ocupando métodos distintos de depilación. Recuerdo que por muchos años usé cremas para depilarme la cara porque cada vez mis vellos se ponían más gruesos y negros. Casi siempre mi cara se quemaba y después vaya que ardía. Eran las consecuencias de tener una vida más tranquila, porque quizás mañana tendría que aguantar menos burlas, eso esperaba por lo menos y ese siempre fue mi consuelo.
Probé con las bandas depilatorias también, pero siempre sacaba capas superficiales de piel.
“Máquinas de afeitar, máquina eléctrica para depilar,
pinzas para este momento poder soportar”
A los quince años mi personalidad y actitud no había tenido grandes cambios, pero sí el verano de 8º a 1º medio bajé mucho de peso y la aceptación de mis pares fue increíble, me sentía una de ellos, era más normal al fin.
Y aunque haya bajado de peso mis “amigos” de ese entonces, de los que muchos eran mis ex compañeros de básica, los mismos que me molestaban por ser gorda o peluda, seguían hablando de mi a mis espaldas.
Recuerdo una vez ir a la casa de Julia y que estuviéramos con dos amigas más. Le marqué a su celular sin querer y entonces me vi ahí en sus contactos como “Barba”. Nunca olvidaré la sensación de pena y ese dolor que te clava en el estómago, pero yo y mi personalidad no me dejaron decir ni una palabra y seguimos en lo que estábamos, planeando qué haríamos en la noche.
Episodios así tengo varios, muchos no los recuerdo con claridad.
Mientras fui creciendo las personas cercanas eran cada vez más respetuosas conmigo, pero siempre existía esa mirada fija a mi cara por lo menos una vez al día de alguien.
Comencé a maquillarme para que no se notara mucho el crecimiento de los vellos, sobre todo en el mentón y el cuello, ya que después de cinco años mi cara comenzó a colocarse más oscura y con manchas negras.
A todo el mundo quiero ocultarle lo que me pasa. Porque esto no es vanidad, es algo que afecta mi vida, mi rutina, mi autoestima y mis ganas de ser cómo realmente quiero ser.
Con los años he perfeccionado mi técnica de maquillaje, usando primers y selladores, correctores, bases de mejor textura y el tono más parecido al color de mi piel. Creo que nunca me he aceptado tal como soy, creo que nunca me he querido como quisiera hacerlo.
En algún momento pensé cómo sería ser yo misma y dejar de depilarme el rostro, cómo sería ya no destinar el tiempo diario en hacerlo y estar de mejor ánimo, no sufrir al verme y la verdad es que no lo logro, me cuesta tanto la idea dejar el lastre que me ha acompañado toda la vida. Al mismo tiempo quiero ser libre.
Llevo 17 años afeitando mi cara y cuerpo, destinando 100 minutos diarios a ello.
Cómo sería mi vida con esos 431 días más?
Cómo sería mi vida con esas 10.340 horas más?
Cómo sería mi vida con esos 620.500 minutos más?
ERES UNA MUJER FUERTE, UNA MUJER VALIENTE, UNA MUJER RESILIENTE
Cuando me contaste tú historia me entumecí entera, se me vino el corazón a la boca y aún escribiendo estas líneas sigo sintiendo mucha pena, un absorbente imán que lleva todo a mi estómago para dejarlo revuelto.
Cómo será venir al mundo sin ser querido? Debe ser por lo menos, doloroso.
Sus primeros días nadie sabe cómo fueron, pero le abrazaban los días fríos de agosto en la ciudad de Iquique en el año 1963. Su madre biológica, Blanca, quién sabe por qué circunstancias en su vida la dio en adopción a una familia del sur.
Nadie pudo ver su futuro, nadie pudo saber que su historia estaría llena de momentos que le arrebataron el alma.
Lo primero que le quitaron a Luz fue su identidad, al no inscribirla en el registro civil el mismo día de su nacimiento.
Los años pasaron y su vida no era vida. Pobre de ti, te imagino una pequeña niña en esa familia de enfermos.
Desde que tenía recuerdos su padrastro entró a su cama cuando se le antojaba para quitarle la inocencia y violarla innumerables veces hasta más de su mayoría de edad, y no sólo él, sus hermanastros repicaron el mismo acto tan inhumano haciéndola objeto de sus actos sexuales tan aberrantes.
Su cuerpo nunca fue de su propiedad, su cuerpo siempre fue el vicio de aquellas lacras de la sociedad.
La familia adoptiva de Luz era de escasos recursos, y cuando aprendió a leer y escribir la sacaron del colegio, porque había que trabajar y la «guacha» tenía que pagar su comida y su cama. Nunca fue tratada con amor, siempre con menoscabos. Era una niña siendo adulta, ahora trabajando y siendo objeto de sus abusadores.
Nadie la protegió, nadie la acurrucó.
No contentos con los hechos que la hacían vivir la usaron de moneda de cambio; SU cuerpo a cambio de carne de res, SU cuerpo a cambio de las deudas, SU cuerpo a cambio de cualquier cosa. ¿Cuántas personas violaron a Luz? Innumerables, y aquí está ahora, viva aún entre la sociedad que sigue ciega llamándonos FEMINAZIS.
TODA SU VIDA LLENA DE ABUSOS. Se casó con un abusador sexual con cara de cordero que la embaucó y la hizo creer que la vida de familia que tenían era buena y él un buen hombre. Pero este hombre abusó de sus hijas, y como si fuera un patrón que seguir el linaje sigue a maltraer, y se heredó el dolor que causa te quiten la inocencia ahora a sus hijas.
Aún creyente en el amor, conoció a un segundo hombre que la golpeó, la maltrató psicológicamente y cavó hondo en sus heridas, abriéndolas y dejándola expuesta a la depresión, a la baja autoestima y calando en todos esos sentimientos que traía escondidos desde que era pequeña.
Me duele recordar su historia, recordar sus lágrimas, me duele porque puedo sentirla. A mi me abusaron también, pero lo tuyo Luz, lo tuyo Luz me rompe la mente, me vuelve loca, me da arcadas.
Por eso hace un tiempo te dije LUCHA, lucha por ti y por los hijos que aún debes cuidar, lucha por ti y por SANAR tú corazón, porque a esta vida llegaste a ser RESILIENTE aunque no lo hayas pedido.
Lucha por todas esas Luz que están es sus casas creyéndose pequeñas cuando en realidad son grandes mujeres, a las que no les tocó esta ola feminista y nadie las educó sexualmente ni emocionalmente,
lucha por esas Luz que están siendo golpeadas, maltratadas, violadas, tocadas, porque a ellas nadie les enseñó de coraje, valentía y no es su culpa,
lucha por ellas, lucha por ti; en la marcha por las Alamedas o en tú trabajo, en tú universidad o en tú hogar.
SER MUJER ES SUMAMENTE DIFÍCIL, CÓMO EXPLICARLO… ME LA GANA TODO LO QUE HE TENIDO QUE VIVIR PARA RESUMIRLO EN UNA FRASE
aún hay tantas cosas que me duelen, que me ahogan, un nudo de sentimientos atorado en el vórtice de mi alma. El tiempo a veces sólo llega para seguir haciendo crecer esta masa esférica de sufrimiento y malas experiencias acumuladas, porque los años tan solo siguen entregando hechos desconocidos para mí que hacen entonces la historia más triste, más dolorosa y más enojada me siento, porque fui cobarde, a mi nadie me enseñó la valentía y yo no lo he descubierto por mi misma; sólo un respiro, por favor, un momento para ser feliz y dejar de ser yo, sólo un respiro, por favor te lo pido hace mucho tiempo, lo sabes. Mi mente será que en algún momento se va a curar y voy a poder ayudar a mi corazón a componerse? tengo tantos años y aún me duele, «por tú culpa» lo digo constantemente, sueño que lo golpeo en su rostro con mi puño cerrado y con tanta fuerza que cuando despierto de esa pesadilla me asusto… otras lloro. Cómo manejo este vaivén mental que me he hecho, como manejo los recuerdos y todavía las sensaciones que tienen mis pechos, esa memoria que le dejó a mi cuerpo y que con mis veintiocho años no se cura. Tengo tanta rabia contendida en mi, tantos sueños frustrados, mentira, no tengo sueños, tantas malas experiencias acumuladas para darme cuenta que no existo muchas veces más que en mi mente, como andar muerta en vida,como vagar en tú propia mente y volverte loco. ¡Ey loco, me has dejado rallada!… sí. Una persona limitada que no encuentra aún su lugar en la tierra,una persona que aún no logra echar raíces para construir-se. ¿Dónde es mi lugar?, y tú lugar lector extraño, ¿acaso ya lo averiguaste? ¿acaso ya lo encontraste?, entonces cuéntame cómo llego a el para permanecer y no tener miedo de cómo sobrevivir
Carteles con la frase un aborto libre y seguro por todas partes. Siendo 2018 todavía nos controlan, nos reprimen, nos engrillan y las mujeres tenemos que batallar con personas que dominan nuestro cuerpo, que deciden por nosotras ante la ley, personas que jamás entenderán que parir debe ser un acto de amor, no una obligación social, no un acto divino. Ya basta de vivir así y no ser verdaderamente libres. No me siento menos mujer, menos valorable, ni respetable por haber tenido un aborto, esta es mi historia.
En tiempos en que mi vida tenía un caos sentimental, con una relación amorosa que sabes te duele constantemente porque eres engañada, abusada y minimizada es que un día me di cuenta que tenía un retraso en mi periodo, suelo ser muy regular y eso me inquietó.
Recuerdo una mañana levantarme, arreglarme para el trabajo y salir por la puerta rápido porque iba atrasada, llegar a la oficina y no pensar en más que qué pasaría si estaba embarazada, imaginando la vida con alguien más de quien sería responsable, imaginando la vida en un minuto mientras se me perdía la mirada en un punto fijo y de lejos pareciese desvanecerme. Ese día no soporté estar encerrada entre las paredes del capitalismo y consumismo, salí a mi hora de almuerzo y me fui para no volver al trabajo. En el camino de vuelta a mi casa compré dos test de embarazo; me acuerdo que gastaba lo último de plata que tenía en la billetera y la cuenta; tenía que saber si estaba embarazada.
Todavía recuerdo los resultados; las rayas estaban un poco borrosas, pero implicaban un sí, eran la confirmación de un cambio en mi vida, entonces por un segundo me desmoroné sobre mis pies y me volví a armar al minuto cuando volví a la realidad. Tenía 22 años, había llegado a Santiago junto a mis hermanas sin el apoyo familiar y estábamos solas sobreviviendo en una ciudad hostil, que no te hace cariño al pasar.
A decir verdad no había imaginado tener hijos, tener una familia, tener a alguien más; pero pese a que mi relación amorosa se basaba en engaños y sabía que el padre de mi futuro hijo era un ser despreciable quise seguir adelante y confiar nuevamente en el destino, pensando que traería las cosas correctas y que siempre todo se solucionaría, como lo hago desde pequeña.
Recuerdo esos dos meses de estar embarazada; la ilusión de tener a un ser gestando dentro de mi y que ese ser sería mi incondicional por siempre, mi fuente de amor infinito sin un por qué. Recuerdo haber asistido a los controles, tomar el ácido fólico y alimentarme mejor; estaba haciendo mi esfuerzo físico, mi problema era mental.
Las cosas en mi relación amorosa no fueron diferentes con la noticia de la llegada de un bebé; la cotidianidad de mis días siguió; insegura porque sabía él me engañaba, insegura porque esa relación no era verdadera y ahora no sólo estaba yo, si no alguien más haciéndome compañía en todos los sentimientos que experimentaba.
Todos los días lloraba en algún momento del día; a veces lágrimas al despertar, a veces lágrimas en el baño, a veces lágrimas en la micro, a veces lágrimas que clavaban mi corazón y me partían el alma; todos los días me preguntaba por qué a mi -siempre he sido tan leal con mis anticonceptivos, tomo las pastillas todos los días, ya he sufrido mucho en mi vida, ya he llorado tanto que mis mejillas han perdido piel por la humedad- , todos los días era feliz y triste, todos los días durante dos meses intenté ser feliz con mi embarazo, pero había un dolor más grande en mi.
Ese último día lo recuerdo muy bien; estaba en mi trabajo como era habitual y se me ocurre entrar al facebook de él para saber si puedo confiar, para saber qué encuentro. En el fondo nosotras siempre tenemos una corazonada, no me equivoqué; conversaciones amorosas con muchas mujeres, viajes a otra región constantes en los que me engañaba y aquí estaba yo; defendiendo a todas las mujeres ante abusos y no pudiendo defenderme a mi misma de la vorágine.
Fui al baño al rato de ver, cerré los ojos y de guía con mi corazón sólo balbuceé: «Dios, sé que a veces reniego de ti, que no creo en la figura que nosotros te hemos dado, pero sé que existes, sé que existe algo más allá, que eres fuerte y poderoso. Ayúdame, ayúdame por favor, ya no me quiero sentir más así, ya no quiero este dolor constante que hace que me duela, quiero estar bien, quiero ser feliz, ayúdame y sólo muéstrame que hacer, ayúdame» y entonces mientras repetía aquellas palabras también pensaba en todo lo que sentía, en el dolor que traía conmigo en mi vida desde que nací, ya no quería arrastrarme en mis sentimientos, yo quería correr con ellos y superar mi tristeza.
Aquellas palabras fueron pronunciadas a las dos de la tarde, a las cinco y treinta empecé a sentirme un poco mal, me dolía el estómago entonces fui al baño. Bajé mis pantalones, me senté en el wc, miro hacia adelante para luego bajar la mirada y ver que mi calzón tiene manchas de sangre, entonces me asusté. Hablo con mi jefa, me voy del trabajo y la situación sólo empeora, ese día en la noche me quedo acostada en cama, fui a verlo a él pero no me presta mucha atención, prefiere el celular y sus amigos, la marihuana y el alcohol. Al otro día no voy al trabajo, no tengo ganas de levantarme, pasa el día y yo sigo ahí.
A eso de las cuatro de la tarde comienza el sangrado constante; primero fueron unas gotas de sangre para durante una hora no parar y aumentar el flujo, me empiezo a sentir mal, esto no es normal, estaba teniendo una hemorragia.
Rápidamente fuimos a la clínica, el médico ginecólogo me examina, habla conmigo y mirándome a los ojos pregunta si tomé algo para abortar a lo que respondo que no. Tenemos que llevarte a pabellón – dice -, y entonces en ese momento me doy cuenta que estos dos meses fueron una ilusión, una prueba más de mi vida, una cosa más para sumarle al caos.
Lo que duele de este proceso es que lo hacen en el piso de maternidad; aún recuerdo que me sentía en una película; primera escena: yo saliendo de la consulta en silla de ruedas llorando – segunda escena: la enfermera llevándome en silla de ruedas a una sala de maternidad donde tenía que esperar a que prepararan el pabellón – tercera escena: yo viendo a todas las mamás con sus bebés al lado mio, cuarta escena: que me vayan a buscar para llevarme a pabellón y me inyecten la anestesia – quinta escena: despertar y preguntar cuándo empiezan y que el cirujano responda: chiquitita, terminamos – sexta escena: levantarme un poco, girar la cabeza, mirar a mi alrededor y ver que se llevan un recipiente lleno de sangre y gelatina, mirar los guantes ensangrentados de todos en la sala, saber que ahora mi vientre está vacío- séptima escena: volver a tenderme sobre la camilla, mirar hacía arriba, ver un punto fijo, perderme y llorar.
Esa noche legó mi hermana y unos amigos, estuvieron conmigo y me acompañaron hasta tarde. Fue la noche más triste que he tenido y eso que han sido demasiadas en mi vida, pero ese dolor como les digo; no lo puedo explicar. Al otro día tenía que irme antes de las doce la clínica, como suponen nadie fue por mi y me fui caminando sola, bajando esos peldaños de la salida de la clínica como si hubiese ido al médico para consultar por un resfrío… nada ocurrió, nada dentro de mi.
Tener un aborto espontáneo fue una de las cosas más difíciles de que me ha tocado vivir; porque pese a todo nunca quise interrumpir el embarazo, porque pese a todo lo que me estaba pasando sentía que la vida me daba un regalo. A veces pienso en el momento en que esto pasó, en mis palabras hacía Dios y en todo lo que implicó y no se que más decirme, sólo que fue lo mejor que pudo haberme pasado.
A veces las situaciones duelen tanto que piensas que de esta sí que no sobrevives, porque desgarras tú alma, agotas tú voz y te falta energía para respirar; pero el ser humano es tan infinito y fuerte que llega un punto en que no hay más dolor y que aceptas las para superar, crecer y avanzar.
Todo el dolor que experimenté se que muchas mujeres lo pasan también, con embarazos no deseados o por los sentimientos post aborto que nadie ve, nadie es capaz de ver tu interior. Ser mujer es muy difícil en esta sociedad, tomar decisiones siendo mujer también lo es.
Estoy con todas las mujeres que tomen el aborto como opción, que vean más allá y no se detengan por las palabras de la sociedad mojigata que permite la violación y no la interrupción, que permite el dolor de la madre cuando el feto tiene problemas sabiendo que el embarazo no llegará a buen fin, que permite que niñas tengan bebés cuando deberían estar creciendo con normalidad, que permite que la mujer lleve a cabo un embarazo cuando es su mártir.
Sociedad de mierda y sus tabúes, sociedad de mierda que aún nos tiene presas… lo mío fue el destino, pero si alguien quiere jugar con el destino no deberíamos entrometernos.
Mis manos están rígidas por no escribirte, lo siento por la ausencia, pero este tiempo lo he dedicado a encontrarme. Si estás encontrándote es porque te perdiste – claro -, es porque me perdí en la inmensidad de mis pensamientos y en la profundidad de mi dolor.
La verdad es que lo que me ha pasado durante mi vida a ratos ha sido insoportable, a ratos me ha desgarrado el alma [esa sensación de aire caliente que pasa desde la boca al estómago y que hace que se tensen los músculos abdominales, lo que se transforma en canales de energía alrededor del cuerpo, pero que llevan filo y te destrozan por dentro], hay muchos días en que no quiero estar aquí, pero tampoco allá; entonces pienso en morir, pero morir no es tan fácil y se necesita valentía que aún no consigo para llevarlo a cabo. Una vez intenté cortarme las venas con una navaja, la verdad es que sólo logré tener cortes superficiales, pero ese dolor que experimenté me hizo adicta por un tiempo y seguí en la praxis, pero en lugares que nadie los viera porque yo siempre estaba bien, a mi nunca me pasaba nada.
Mis piernas muchas veces estaban heridas y nadie lo supo, porque avergonzada o me permitía contar lo que me pasaba, mi cuello y mi pecho muchas veces lo rasguñé hasta el punto de herir la piel superficialmente, pequeños capilares rotos por varias partes de mi cuerpo, destrozarme de a poco. Muchas veces me golpeé los senos porque aún tenía el recuerdo de las manos de Julio tocándome, mirándome; lo hacía porque era adicta al dolor, adicta a sentirme culpable por todo lo que mi Padre Maldito en Vida, me había hecho. Él me hizo sentir culpable por su ACTO TAN REPUDIABLE, me hizo sentir culpable por ser abusada, por ser objeto dentro de mi casa, culpable de ser merecedora del dolor y el sufrimiento.
Maldigo a mi familia por todo lo que me han hecho; a mis primos, a mis tíos, a mis abuelos por su falta de amor y por no protegerme, te maldigo a ti JULIO CESAR BENAVIDES CARDENAS por hacerme venir a esta vida a ser resiliente aunque yo no lo haya pedido en mi vida anterior.
Mi ser de luz prefiere no odiar, ni maldecir; pero esta vez me toca mi parte.
Hoy no puedo tener palabras de amor, esperanza o vida… hoy tengo rabia, impotencia y un profundo sentir de ya no existir, pero soy cobarde y me mantengo aquí en mi rutina porque sí, por qué no, hasta que el destino y mi alma me susurren lo contrario.
Siento que mi mente explota, que mi corazón no termina el latido completamente cuando ya ha comenzado la diástole,
un pequeño nudo en la garganta que no me deja respirar y mi rostro fijo que levita entre pensamientos tan dolorosos e inhumanos que me duele existir ahora… por fin silenciosamente salió de entre las sombras hacia la puerta.
Este instante se llama profundidad y letargo, sobre todo letargo.
como esas situaciones en la vida en que no sabemos qué sentir, porque hemos errado buscando la sensación de bienestar, porque en el camino nuestro cuerpo se moldeo a la masa de personas unidireccionales que andan y andan en las ciudades llenas de somnolientos caminantes; andantes de sus propias historias, carroñeros de los sentimientos desechados por los demás.
quisiera hacer algunos momentos atemporales – mi mayor contradicción si los momentos llevan tiempo-, congelar ese instante en que el corazón se expande pero no duele, sentarme a entender qué pasa en mis discusiones y si soy bipolar en mi estado de ánimo, romper mi cadena de plata, verme desde arriba y entender; pero mi corazón se expande y no es agradable, mi cabeza explota y no es agradable, me miro al espejo y no es agradable. Los espejos son entonces nuestro reflejo, pero si miro de cerca y marco un punto imaginario en mi pupila me pierdo, me pierdo en mis historias del pasado y no logro encontrarme, perdida como una niña de ojos vendados llevada a un lugar desconocido.
quítame las ganas que tengo de mi, porque me estoy consumiendo lentamente en este antro de mala muerte en mi cabeza, quítame los cuestionamientos constantes que hacen que mis trancas sean trancas más grandes.. te hablo a ti, me hablo a mi.
todo tiene un final, entonces la tristeza tendrá que marcharse para, espero, no encontrar a quien envolver, porque aunque mi envoltorio está sanado de las cicatrices, mi ser interior sigue temblando y dando pasos en falso.. me duele el alma constantemente y no encuentro las respuestas en google porque la virtualidad no ayuda, sólo dilata.
átame fuerte.
Me miré al espejo esa mañana como todos los días,
miré mis ojos a medio brillar por la luz del sol que entraba al abrir la cortina
y me dije: hoy quiero enamorarme de nuevo.
El enamorarme no es una necesidad recetada,
pero es un estado en el que me siento plena… agua y energía,
es porque me gusta tener ese tipo de amor en el corazón…
simplemente es bello el amor.
Entonces hice mi rutina normal,
demoré lo normal para estar lista y salir al mundo
-un mundo que no es el mío dentro de mis cuatro paredes-,
tomé mi bicicleta y emprendí camino.
Ese día pensé enamorarme;
entonces todo tendría otro sentido,
apreciaría aún más los detalles del tiempo
y querría a todos y todo porque «hoy quiero enamorarme».
//El viento me entregó esas suaves caricias que da el amor,
los colores de las casas que veía en el viaje me recordaron los matices del amor,
las expresiones como: ¡Cuidado nina!, los ciclistan no deben andar por la vereda me recordaron las alertas que entrega el amor,
la luz de la mañana, la tarde y el anochecer me recordaron que aunque la luz sea un ascender y descender de longitudes de onda,
siempre existe una razón para al otro día ver la luz con la misma intensidad que el ayer//.
Amaba todo ese día;
las palabras y los silencios,
los movimientos y las calmas inertes,
el día y la noche, los minutos y las horas,
el desayuno y la cena por igual.
Y al caer la noche,
me tiré en la cama de flores tan primaveral,
miré por la ventana y con las estrellas sentí que me había enamorado de nuevo,
no de un hombre…
sino de mi vida y mis días,
todo podía ser como yo quisiese,
sólo tenía que creer en mi nuevamente y constantemente.
Una vitrina de fotos, de posteos y de videos que te gustan,
un espejo difuso de quién eres,
cuentan los me gusta de sus fotos,
de sus estados a veces tan animosos y otros tan penosos,
te dan ganas de vomitar con estados tan melancólicos,
te da risa ese estado gracioso porque se te quedo abierta la sesión.
El espacio perfecto para aumentar tu egocentrismo,
el yo-yo del muro me da ganas de dormir eternamente,
eres psicóloga de estados comentando buenas energías y dando consejos virtuales.
Pero… vemos muros, no vemos inboxs,
a veces lees otros y te caes de espalda,
porque no falta el hombre que te halaga aunque no hayan amigos en común,
otras veces los secretos mejor guardados se cuentan en la ventana del chat,
secretos al que le aplicas el «delete»,
te envían stickers, te saludan con un hola, cómo estás y hasta ahí llego la conversación,
te dicen guapa y después se encuentran en la calle y no se saludan,
dicen te extraño, pero no queda más que en los mensajes antiguos que no se hicieron realidad.
Tienes más de cien amigos,
a cuántos de esos cientos puedes hacerles check en la lista como amigos de verdad,
con cuántos de ellos hablas, cuántos de ellos importan en el día a día.
Dejas de seguir a personas porque suben decenas de estados y fotos diarias,
¿Quién a veces no lo ha hecho?…
y después haciendo terapia de muro facebook, releyendo tus estados y tus notas,
te das cuenta que has convertido la mitad de tu tiempo en algo virtual.
Amigos de facebook,
amigos invisibles como los dibujos «La mansión Foster de amigos imaginarios»,
amigos eternos, de la vida con quienes ya no hablas,
estados etílicos de los que te arrepientes a las horas siguientes,
equivocarse en la ventana del chat y terminar contándole la vida a ese XX.
Espacio virtual, espacio vacío,
espacio virtual, espacio que te empodera,
donde las palabras son la mejor herramienta,
nadie te cuestiona a la cara,
y si no te gusta algo lo borras y ¡Listo!.
¿Cuánto te duró facebook cerrado la última vez? -necesidad creada-.