Hasta cuándo metes tú mano bajo mi falda

Veinticuatro años  y más de un agarrón de por medio, historias escondidas, jamás olvidadas. Qué ganas de que a los hombres manito larga les pase lo mismo, esos agarroncitos que para ellos no son nada, pero vaya que para nosotras son motivo de rabia, de llantos y de impotencia.

Te das cuentas que las niñas de 12 años ya no son niñitas para ojos de muchos hombres, comienzan a sexualizarlas, a mirarlas ya como pequeñas mujeres, devoran sus pasos y desean su cuerpo como si la niñez se hubiese perdido no sabes cuándo.

Época de mierda, hombres de mierda – dijo una mujer empoderada- ya no estamos en tiempos dulces y blancos, estamos en tiempos en que se crean campañas contra la violencia a la mujer, en tiempos donde en Facebook se hacen páginas como de la que ayer me enteré  por la tele “Observatorio Contra el Acoso Callejero en Chile”,  página en donde las mujeres se pasan los datos , se informan sobre sus derechos, donde se cuidan las unas a las otras, hasta cuándo las mujeres somos miradas como objetos, hasta cuándo nuestro cuerpo se expone de esa manera, hasta cuándo cualquiera cree tener el derecho de manosearte como se le antoje.

A esa niñita a la que le dieron un agarrón y no se congeló en el momento y despertaron tempranamente su instinto sexual, a aquella mujer que salió a correr para tener una vida saludable y un gallo en bici la agredió en un par de segundos, a aquella mujer que de vuelta a casa después de un largo día le robaron sus sueños de noche, a esas mujeres les cambió la vida, quizás los hombres no se den cuenta de lo agredidas que nos sentimos.

No importa de qué lugar del mundo eres, no importa tú edad, tú peso, la ropa que uses, importa el que a ese weón en ese momento le dieron ganas de tocar no más. No justifiques el acto con un problema psicológico, con un mal día o con que en el momento no pensó lo que hizo, algo así jamás debe tener una razón que vaya más allá de la normalidad.

Nos cuestionan porque usamos vestidos muy cortos, pantalones muy ajustados, poleras muy escotadas y yo me pregunto: por qué debemos vestirnos para el resto y no para nosotras, por qué tenemos que ocultarnos bajo capas de ropa, por qué después somos nosotras las culpables del abuso; y la respuesta es siempre la misma – no somos las mujeres el problema, es esta sociedad en la que aún se subestima nuestra inteligencia, es esta sociedad en la que aún somos el objeto sexual, en la que aún no se entiende el género femenino como tal y somos el motivo de excitación de revistas y páginas web.

Acabo de encontrar un video de woki-toki, una mujer dando agarrones por las calles de Santiago, ¿La reacción de los hombres? La mayoría tomó ese agarrón como un alago, le pidieron cita a la mina que los tocó, le pidieron el número de teléfono, pocos reaccionaron de mala manera, a pocos le importó el abuso que ahí ocurrió, ¿Será porque la mina era rica y no una gordita? ¿Será porque es muy extraño que una mujer haga eso? De todas maneras, me parece no es la forma correcta para entregar el mensaje, no podemos exigir un derecho que nosotras mismas hemos pasado a llevar.

¿Somos las mujeres tan cuáticas como los hombres dicen? Sí lo somos, porque si no fuésemos así estaríamos aún en tiempos de subordinación, se nos vería frágiles y no capaces como lo somos hoy en día.

Basta de estar amordazadas por el miedo, de estar  dormidas por las miradas lascivas. Apodérate de tú cuerpo, recupera la mirada y huye de esa inmensa impotencia. Sé mujer, pero de las fuertes, de las que alzan la voz y de las que juegan su propio juego.